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Si crees que lo sabes todo acerca de la inteligencia artificial, te traemos 4 mitos que aún siguen estando entre nosotros.
LA IDEA DE INTERACTUAR con robots que aprenden constantemente era un tema que solo planteaban las películas de ciencia ficción. Pero las disrupciones tecnológicas de los últimos cinco años han modificado las relaciones que había entre la sociedad y las máquinas. La última revolución tecnológica, conocida como Industria 4.0, ha traído consigo todo tipo de tecnologías con aplicaciones en diversas esferas de nuestra vida. Una de ellas es la inteligencia artificial (IA), un concepto que si bien tiene más de medio siglo, en los últimos años ha crecido de forma tan exponencial que todos los días genera mucha información, alguna falsa o exagerada, respecto al impacto que podrá tener esta herramienta en nuestras vidas.
¿Cuáles son sus límites? Aún es imposible decirlo y esta es, quizá, la raíz de los miedos que la envuelven. En su definición más amplia, la AI es la simulación que llevan a cabo máquinas, a través de programas de software, de los procesos de aprendizaje y razonamiento humanos.
De acuerdo el escritor Bernard Marr…
aunque el concepto ha sufrido varias modificaciones, en el fondo es acerca de construir máquinas que sean capaces de pensar como humanos para mejorar sus propias capacidades. Y este aspecto es el centro de los mayores temores de la sociedad.
¿Máquinas que piensan y aprenden como lo hacen los humanos? ¿Esto representa una amenaza a la supervivencia? ¿Nos espera un apocalipsis conducido por robots con un alto sentido de autopreservación que ven en los humanos a su principal amenaza? Esto último es cierto… solo si eres fan de películas de ciencia ficción como The Terminator y The Matrix. Porque ciertamente, cuando el androide Sophia dijo públicamente que quería destruir a los humanos, se trataba de un error de programación y no de una amenaza seria.
Más allá de esto, lo real es que, en su momento, personajes de alto calibre como Elon Musk y Stephen Hawking ya alertaron sobre algunos peligros que puede tener esta disrupción tecnológica si no se regula desde ahora.
En su lado más positivo, se trata de una tendencia que tiene la capacidad de transformar positivamente a la sociedad. Siguiendo con Marr, los seres humanos somos capaces de interpretar el mundo que nos rodea. “Si queremos construir máquinas que nos ayuden a hacer esto de manera más eficiente, entonces tiene sentido usarnos a nosotros mismos como un modelo”.
Hasta ahora sus aplicaciones con mayor impacto se han dado en los campos de la física y la medicina, y aunque es imposible conocer todo su potencial, lo cierto es que hay mucha información errónea alrededor de ella. Por ello conviene desmitificar ciertos aspectos.
1 Solo es una tecnología pasajera
Aunque forma parte del imaginario popular, hay una frase que sigue persiguiendo a Thomas Watson, fundador de IBM –que, hay que decirlo, ha desmentido la propia empresa–. “Creo que hay un mercado mundial, quizá, para cinco computadoras”, habría dicho en 1953.
Si algún el empresario piensa algo similar respecto a la inteligencia artificial, debe reconsiderarlo porque podría estar en juego el futuro de su compañía. De acuerdo con Statista, portal especializado en recopilar datos e información estadística, el mercado global de AI crecerá 12 veces su valor para 2025, hasta alcanzar un monto de 89,847 millones de dólares. Algunos de sus principales aplicaciones incluyen el reconocimiento de imágenes, la identificación de objetos, la detección y la clasificación, así como la detección automática en aplicaciones geofísicas. Las altas expectativas sobre su potencial hacen poco probable que se trate de una tendencia pasajera y limitada, como de alguna manera sí ha sucedido con la manufactura aditiva.
2 Eliminará los empleos
De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), la Cuarta Revolución Industrial eliminará unos 7 millones de empleos repetitivos y de poco valor, que pueden ser fácilmente ejecutados por máquinas y robots; en contraparte, puede crear 2 millones de puestos de trabajo de alta especialización. Lo que se espera es que esta disrupción actúe como un catalizador para desarrollar gente con una alta capacidad para interactuar con máquinas, descifrar algoritmos, desarrollar un alto talento creativo y poner a prueba su capacidad para resolver problemas.
Este es, quizá, el elemento clave para adaptarse a una era de máquinas inteligentes. El cambio en las formas de trabajo tampoco es algo que deba asustarnos, pues se trata de una evolución natural que ha sucedido con cada una de las revoluciones industriales previas.
Lo cierto es que seguramente atestiguaremos puestos de trabajo y actividades que hoy no concebimos. Uno de los datos más reveladores es que los niños que, hoy en día, tienen menos de cinco años trabajarán en empleos que no existen en la actualidad.
3 La inteligencia de las máquinas superará a la de los humanos
Elon Musk ha sido uno de los principales detractores de la inteligencia artificial y ha insistido en regular a las empresas con los mayores avances en este campo. La idea de Musk es muy atinada si se trata de tener reglas más equitativas entre los diferentes jugadores y garantizar una democratización tecnológica para todas las empresas y ciudadanos.
Los principales jugadores en el campo de la IA insisten en el hecho de que esta herramienta solo busca mejorar la labor (y vida) de las personas y permitirles centrarse en aquellas tareas que sí agregan valor al negocio, como el desarrollo del pensamiento estratégico.
Otros elemento que da mayor tranquilidad es que detrás de cada algoritmo, por muy avanzado que sea, siempre habrá una mano –y una mente humana– trabajando en su programación.
4 Hasta en la inteligencia artificial hay tipos
El concepto de IA es tan amplio que referirnos a ella de forma general tiende a ser vago y ambiguo, algo similar a lo que sucedía en la década de los 90 cuando la gente hablaba de globalización –el escritor Alessandro Baricco decía que la globalización era como la estupidez: hay muchos ejemplos de ella, pero ninguna definición precisa– o lo que ocurrió en los últimos 10 años con el concepto de innovación, el cual decía todo y nada.
En el caso de la IA, vale la pena diferenciar los tipos y ramificaciones que ha tenido (como machine learning, por ejemplo). El concepto de inteligencia artificial general, donde las máquinas tienen un grado superlativo de conocimiento, desarrollo y ejecución que el de los humanos y son capaces de hacer cualquier tarea, es, hoy en día, un tema de ciencia ficción y aunque se ha alertado al respecto, lo cierto es que tendrán que pasar varias décadas antes de ver los primeros avances en esta materia.
Lo que hoy en día vemos es la IA aplicada (reducida o estrecha), que se refiere a la programación de sistemas inteligentes para ejecutar tareas muy específicas y cuyos avances se dan en las áreas de compras en línea, el desarrollo de autos autónomos, y, de manera incipiente, en áreas especializadas como la lectura de desgaste en maquinaria, sistemas de mantenimiento predictivo en plantas industriales, etc.
Esto debe ser un alivio para todos, pues las aplicaciones que se le han dado a esta tecnología, hasta ahora, han tenido un impacto muy positivo en la interacción cotidiana con los humanos, pues han sido orientadas para ejecutar ciertas tareas con un alto grado de eficiencia.
En suma, es válido tener dudas, más que temores, respecto a los alcances que puede tener la IA en nuestras vidas, pero la tarea principal es comenzar a educarnos para evitar desinformación y, en su lugar, descubrir las formas mediante las cuales podemos beneficiarnos de ella.